GRAFFITIS

DOCUMENTACION PREVIA


En cada rincón de Bogotá es muy común encontrar graffitis en las paredes que quedan a la merced de estos artistas urbanos. Muchos se encuentra en la Avenida NQS o Carrera 30, la Avenida Suba, la Avenida Boyacá, la 68, la Calle 80, entre otras.
El término Graffiti que proviene de Italia “graffiare” o garabatear, el graffiti marca sus antecedentes desde la antigua Roma cuando estos rayaban las paredes publicas con mensajes de protesta o profecías.
Uno de estos graffitis que más nos llamó la atención, fue el del maestro Rafael Escalona Martínez (foto), instalado en una de las paredes de la calle 13 en la localidad de Puente Aranda. Una imagen que muestra al fallecido compositor colombiano con su típico sombrero, el que lo caracterizó durante la última parte de su vida.
“Me resulta interesante ver como las diferentes corrientes artísticas evocan un personaje que representa la cultura y el folclor colombiano. Estas expresiones son las que hacen que el maestro Escalona siga vivo en el corazón de los colombianos y mantener así presente su legado” dijo Astrid Escalona hija del maestro, al conocer las imágenes. ­
Recientemente la revista bogotana Don Juan, publicó una serie de fotografías de la presentadora Carolina Cruz realizadas, precisamente, sobre los graffitis que aparecen en la Carrera 30. Los más destacados grafiteros en Bogotá son: Fco, Tot, Beek, Fode, Shaday, Hera, Zomb, Ancko, entre muchos más.


Lee más: Escalona en graffiti http://www.barriosdebogota.com/escalona-revive-en-graffiti-en-puente-aranda/#ixzz1XBzw0Y6d 
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1. HISTORIA

A finales de los sesenta los adolescentes en la ciudad de Nueva York empezaron a escribir sus nombres en las paredes de sus barrios, aunque en realidad utilizaban pseudónimos, creandose así una identidad propia en la calle. Estos chicos escribían para sus amigos o incluso para sus enemigos. Quizás el ejemplo más significativo y a la vez el más conocido por todos sea el de Taki 183, un chico de origen griego que a la edad de 17 años comenzó a poner su apodo. Su verdadero nombre era Demetrius (de ahí el diminutivo “Taki”) y 183 era la calle donde vivía (poner el nombre de la calle fue un elemento usado por muchos más escritores). Taki trabajaba como mensajero y viajaba constantemente en el metro de un lado a otro de la ciudad. En el trayecto estampaba su tag (firma) en todos los lados, dentro y fuera del vagón. El no lo consideraba como algo malo, de hecho respondía así a las preguntas que le formularon en una entrevista en elNew York Times: “Simplemente es algo que tengo que hacer. Trabajo, pago mis impuestos y no hago daño a nadie”. Estos actos le convirtieron en un héroe y poco después cientos de jóvenes empezaron a imitarle.
Algunos de los escritores también destacados de aquella época fueron: Frank 207, Chew 127, Julio 204, Bárbara 62... En principio no buscaban estilo, sólo querían aparecer por todos los lados. Es a partir de aquí cuando surgió el boom y cientos de adolescentes comenzaron a poner su nombre por toda la ciudad, haciéndose necesaria la creación de un estilo, tanto en la caligrafía, como en los métodos de ejecución o incluso los lugares utilizados para dicho fin. Por ejemplo, Soul 1, un escritor de la zona de Manhattan, se dedicó a escribir su nombre a media altura en los laterales de los edificios. Tracy 168 citaba: “Eran inalcanzables para el resto de los humanos. Parecía que podía volar”. También podríamos destacar la anécdota de Bama, cuyo deseo por superar a los demás en cuanto a emplazamiento de sus pintadas le llevó a intentar escribir su nombre en lo alto de una montaña situada en el norte del estado de Nueva York. Cual sería su sorpresa cuando al apartar los ramajes y limpiar la superficie vió que se le habían adelantado: “¡Mierda!”. Se lamentaba el muchacho. Un caso muy sonado fue el de Seen al pintar su nombre en letras gigantescas en el mismísimo letrero de la colina de Hollywood.
En cuanto a la caligrafía, en principio se utilizaba una bastante legible, hasta la llegada a Nueva York de un graffitero de Filadelfia llamado Top Cat, quien afirmaba que todo lo que sabía sobre graffiti lo había aprendido en el legendario pan de maíz de Filadelfia. Escribía su nombre en letras finas y alargadas muy juntas. Eran difíciles de entender, pero precisamente esto las hacía destacar de las demás y llamaban la atención del resto, por lo que un gran número de escritores de Manhattan adoptaron su estilo y lo bautizaron como “Broadway Elegant”. Como contra, algunos escritores de Brooklyn inventaron su propio estilo, que consistía en letras más separadas adornadas con corazones, flechas, espirales... Y, por supuesto, el Bronx también tuvo su periodo de popularidad de estilo cuyo resultado era la mezcla de los dos anteriores. Aunque hay que decir que al final cada escritor optó por la creación de su propio estilo. Llegó un momento en el que el amasijo de firmas era tal, que surgió la necesidad de concentrarse en el tamaño y color de las letras, surgiendo así los primeros tags con “outline” (filete o línea de borde) iniciados por Super Kool y que más tarde Phase 2 perfeccionó dando como resultado unas letras más gordas perfiladas y coloreadas: bubble letters o letras pompa. De aquí posteriormente nacieron los ya famosos throw up o vomitados, que como su nombre indica, son piezas espontáneas y de realización rápida. Otro tipo de letras son las block letters, perfectamente legibles similares a los rótulos. Pero el afán competitivo va más allá, y la obsesión por conseguir popularidad y respeto llega a una complejidad artística tal que las letras empiezan incluso a ser difíciles de entender, culminando así en el estilo más genuino del Bronx: Wild style o estilo salvaje.
Ya a finales de los setenta, el graffiti alcanza sus cotas más altas con la incorporación de imágenes de la iconografía popular tales como personajes de cómic o dibujos animados, e incluso retratos y autorretratos en forma de caricatura (estas influencias se verán más adelante en un apartado especial). Con la incorporación de estas imágenes aparecen en escena las complejas master pieces (piezas maestras), que además de hacer distinguir a los grandes maestros de los principiantes, amplían de manera considerable el tamaño de las obras.
La comunidad del writing arde de expresividad, y esto lleva a un estado de competitividad feroz que se traduce en el auge de las conocidas Guerras de estilo (Style Wars) para nada violentas. Esta competición desemboca en las alianzas entre escritores. Es un momento muy importante, puesto que nos encontramos ante el nacimiento de las crews (pandillas, grupos). Su objetivo es la de hacerse más fuertes y así conseguir el respeto de los demás. Hay que tener en cuenta de que el hecho de que haya más miembros de un mismo grupo poniendo el mismo nombre facilita el acto de “dejarse ver” (gettin’ up).

Esta época de esplendor no durará eternamente. En los primeros años de los ochenta, la MTA (Metropolitan Transit Authority) de Nueva York, comienza su encarnizada lucha contra el graffiti. Se denomina a los escritores como buffs (entusiastas) y se comienzan a tomar medidas tales como instalar nuevas vallas más sofisticadas en las cocheras de los vagones de metro, recubrir los vagones con pintura resistente, aumento de la vigilancia... Esto empieza a hacer flojear el graffiti de algún modo. Algunos escritores buscarán artimañas para seguir adelante en esta particular lucha. Otros buscarán otras alternativas, una de ellas es la de cruzar el Atlántico rumbo a Europa, dando a conocer esta subcultura en el viejo continente (este hecho es uno de los componentes de la posterior difusión de esta cultura en nuestro continente, aparte de otras, especialmente las favorecidas por los medios de comunicación). Aparte de la particular guerra con la MTA, aparece un nuevo personaje en el bando de los malos ejerciendo el papel de villano y contribuirá también al declibe de writting. Hablamos del crack que se adueña de la Gran Manzana y por si fuera poco esta droga letal no viene sola, sino que trae consigo todo lo que rodea a un mercado negro: Violencia y dinero.
Es una época en la que un arma de fuego es algo al alcance de cualquiera, y esto, de algún modo, cambia la mentalidad y el espíritu de muchos. Pero esto no es todo, se empiezan a promulgar leyes restringiendo la venta de pintura a los jóvenes, se obliga a los vendedores a guardar la pintura bajo llave y se endurecen las penas contra los escritores de graffiti.La gota que colma el vaso es sin duda el hecho más perjudicial. No basta con tener a las autoridades en contra sino que la propia sociedad e incluso los medios de comunicación (a través en muchos casos de campañas políticas) empiezan a volverse contra ellos. Surgen brigadas e incluso asociaciones de vecinos antigraffiti que promueven campañas, carteles... Surgen anuncios en televisión y en la prensa intentando concienciar del mal que las pintadas producen en la sociedad. Todo esto hace a los escritores mucho más territoriales y agresivos. Este aparente declive no es otra cosa que una etapa de respiro de la inminente llegada de que se nos viene encima: un segundo boom.

A mitad de esta década de los ochenta nos encontramos ante un periodo que podríamos denominar como una fase de supervivencia. Cuando todo parece ya perdido con la MTA como dueña y señora de la situación y la Transit Police en plenitud de fuerzas, cuando los tags, throw ups y demás elementos empiezan a escasear de manera alarmante o bien están tan escondidos que nadie los ve, aparece el nuevo héroe de la película que rescatará al graffiti de esta oscura fosa. La explosión a mediados de los ochenta del movimiento Hip-Hop reaviva la llama de la neoyorkina cultura del writing. Esto anima de nuevo a los adolescentes. Todos quieren ser b-boys (seguidores del hip hop). Los writers acompañados ahora por losbreakers (bailarines de breakdance) y los Mc’s (cantantes de rap), están otra vez en el disparadero. Desde la Costa Oeste (California) llegan las noticias de la relativa facilidad para pintar trenes de mercancías, lo que animará a muchos escritores a coger sus latas (aunque muchos puristas neoyorkinos verán mal el graffiti en los mercancías).

También fomenta la resurrección del writing de forma inconsciente el acto de que la MTA empiece a retirar vagones averiados (trash trains) a cocheras para chatarra en Brooklyn, lo que hace que los apasionados del metro vuelvan a la carga impulsados por la esperanza de revivir los viejos y mejores tiempos, o por el simple hecho de tener una foto con su pieza en un vagón de metro neoyorkino. Sea como sea el writing resurge de entre sus cenizas, aunque los viejos tiempos nunca volverán.
El movimiento europeo iniciado a mediados de los ochenta nos trae en principio al graffiti dentro del paquete Hip-Hop, es decir, llega junto a otros dos elementos de este movimiento, en principio el break-dance y más tarde el rap, aunque con el tiempo éste tendrá su evolución propia dentro de esta cultura. Empiezan las giras de escritores americanos por Europa así como las de europeos por la meca del graffiti, donde este arte se va adueñando e instalándose en las calles, apropiandose de las paredes y las canchas de deporte de la ciudad, siguiendo esta costumbre en la actualidad: Piezas conmemorativas, homenajes a las víctimas del SIDA y de la violencia. A esto le sigue la proliferación de los fanzines de graffiti, que pasan de ser de fotocopias en blanco y negro a revistas a todo color e incluso a editarse como publicaciones desde el punto de vista legal y, como no, el último gran salto: El graffiti en Internet, donde infinidad de páginas recogen todo tipo de fotos y textos, reportajes, entrevistas a personajes, webs dedicadas a un sólo grupo o incluso a un sólo escritor, páginas de la vieja escuela, páginas de graffiti en trenes, chats, foros y un largo etcétera.

Todo esto y mucho más (eventos, concursos, programas, los cada vez más frecuentes anuncios en televisión, festivales, portadas de discos...) expanden y consolidan este arte de la calle pese al esfuerzo inútil de las autoridades (siendo incluso a veces ellas promotoras y financiadoras de muchos de los eventos y/o actividades) llegando incluso hasta las galerías de arte o generar dinero a sus autores. Los cada vez más espacios cedidos para practicar este acto de manera legal fomentan por un lado el desarrollo e integración del fenómeno en la sociedad y la decepción e inconformismo de los más puristas por otro. Sólo decir que el arte del writing ha pasado, queramos o no, a formar parte de nuestras calles, nuestros barrios, nuestras ciudades... En definitiva, de nuestras vidas, en un mundo en el que el poder de la imagen está a la orden del día.

http://www.valladolidwebmusical.org/graffiti/historia/04historia1.html


2. El mejor "street art" de Bogota segun 'Assi-one'


3. Este es un articulo de EL TIEMPO sobre un grupo de "graffiteros" de la ciudad de Bogota
EXCUSA2 POR RAYAR LA PARED
ltimo viernes de mayo. Carrera Séptima. Once de la noche. Tres latas de pintura en el morral, gorros de lana y buzos de capota para resistir la fría noche bogotana. El espíritu joven y firme. Las fachadas de Chapinero y el centro de la ciudad son el objetivo de Excusa2-Pryntsystem, un colectivo de diseñadores gráficos de la Universidad Nacional que, desde hace dos años, se tomó por asalto las paredes de Bogotá.
La noche es larga para ellos. Y peligrosa. La policía y los vecinos del sector no están de acuerdo con su trabajo. Al fin y al cabo, estos jóvenes están cometiendo un delito. "Nosotros no lo vemos así. Las fachadas, desde el punto de vista visual, están en el límite de lo público y lo privado", dice Stink Fish, uno de los cinco miembros del grupo de artistas que propone la intervención del espacio urbano.
Los otros cuatro integrantes de Excusa2 se hacen llamar Saint Cat, Ratsonrop, Mac Donald y Death Bird. Usan seudónimo para ocultar su identidad y no pintan en sus barrios para que nadie sepa dónde viven. En sus casas sí lo hacen. Sus familiares no le ven problema a su oficio, aunque les piden que tomen precauciones para no meterse en líos.
Excusa2 tiene varios frentes de ataque: "una publicación inusual de distribución fortuita", grafitis con técnica stencil (un molde de cartón o plástico de radiografía que permite rapidez a la hora de pintar), una página web (www.excusa2.tk), carteles y autoadhesivos. "Deseamos ser el mejor colaborador de los ancianos, señoritas, enanos y diseñadores, en la solución de los problemas que afectan la sanidad gráfica", reza, con humor fresco, su sitio en Internet.
No ganan dinero con su oficio de artistas urbanos. Sin embargo, aseguran que este, antes que un pasatiempo, es su oficio. Cuando salen a rayar muros, deben sacar 25 mil pesos de sus bolsillos. Así, han hecho miles de pintas en las principales avenidas de la ciudad. "Nos ganamos la plata como cualquier otro diseñador, haciendo trabajos para empresas", explica Stink Fish.
- Qué está haciendo, jovencito? A usted no le gustaría que yo rayara su cuarto les dijo un señor cuando los pilló pintando a un cavernícola con lanza en mano, en un muro de su casa. Ellos pararon de trabajar y emprendieron la fuga.
Los encuentros con la policía son más difíciles de enfrentar. Cuando los cogen con las manos en la lata, hay tres opciones. La primera es charlar para evitar ser detenidos; la segunda, hacer una vaca de 20 mil pesos para sobornar a los agentes y la tercera, pasar 24 horas en la Unidad Preventiva Judicial (UPJ).
"Nos ha tocado convivir con gente de todas las calañas. Allá conocimos ladrones, travestis, borrachos y vendedores de droga", aseguran. Sin embargo, Excusa2 también tiene amigos. Los fines de semana, cuando Chapinero y el centro son un hervidero de rumberos, el parche joven los reconoce. Su trabajo es muy bacano, parceros les han dicho decenas de veces. "El 90 por ciento de los correos electrónicos que nos llegan son para felicitarnos", afirman.
Ideas a la lata.
El movimiento Street Art nació en Estados Unidos y Europa. Raperos de Nueva York y Los ngeles y punketos de Madrid, Londres, París y Amsterdam recurrieron a las paredes de sus ciudades para expresar su inconformidad con el sistema político y social. Una lata de pintura y una idea contundente les bastaron para abrirse un canal de comunicación alternativo que, años después, llegó a las capitales tercermundistas.
Hoy, en las principales ciudades del país, algunos jóvenes colombianos usan los muros para despotricar contra el consumismo, promover bandas de rock y recordar a legendarios escritores. Bogotá está a la vanguardia, al nivel de cualquier ciudad cosmopolita, en cuanto a la intervención del espacio urbano.
Los integrantes de Excusa2 se conocieron en el campus universitario y tienen entre 23 y 26 años. Unos son alumnos y otros, egresados. "El objetivo es generar canales de comunicación alternativos. El diseño gráfico también puede ser una profesión de autor y no debe estar sometida al aspecto comercial dice otro de los miembros del grupo. Cuando hacemos un grafiti y después alguien pinta otro al lado, estamos generando diálogo directo".
Hay grafitis que duran un día. Otros están en su pared desde hace dos años. Si ve a estos pelados por su vecindario, invítelos a rayar su fachada, llame a la policía o aliste pintura blanca para borrar sus travesuras. Excusa2 tiene pintura y carreta para rato.
Más de cuarenta colectivos nacionales y cinco internacionales estarán, desde hoy, en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá para mostrar sus trabajos de intervención del espacio urbano (street art).
Desfase -Primer Asalto apunta a la formalización de un espacio en el que se convoque a las personas que en estos momentos son participes del crecimiento de formas visuales de expresión alternativas.
Además de las muestras gráficas y editoriales, habrá talleres, conferencias y espacios para la intervención colectiva de la ciudad.
Inauguración: Sábado 28 de mayo 4:00 p.m., en el Museo de Arte Contemporáneo. Carrera 74 No. 82A-81. Telefonos 2525890 - 2916545. Valor de la entrada: 2.500 pesos y estudiantes 1.500. El encuentro termina el 18 de junio.

Publicación
eltiempo.com
Sección
Bogotá
Fecha de publicación
28 de mayo de 2005
Autor
HECTOR CAÑON HURTADO Redactor EL TIEMPO
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1677837