GRAFFITIS

Noticias GRAFFITI

ADN, Viernes 7 Octubre 2011


Articulo de El Tiempo del dia 31 de Agosto de 2011, tambien hay un enlace de un insidente parecido en Ecuador en el ano 2007. Esta es como una muestra de la idea que muchas personas pueden tener sobre los grafiteros.

La innecesaria muerte de un joven artista del grafiti


Agrafitti.jpg
Versiones contradictorias sobre la muerte de un joven de 16, pintor de grafitis, Diego Felipe Becerra, circulan por la prensa.
Para la ciudad, Bogotá, sería una oportunidad para que sus gobernantes expandan los sitios donde los jóvenes puedan pintar sus grafitis sin que sea un crimen, cosa tal que también existe en otras grandes ciudades del mundo, como en Londres, por ejemplo.
Para los padres, es un grito de alerta para que compartan con sus hijos que están conociendo el mundo, lo que todos sabemos acerca de la vida de ciudad: es un medio peligroso, donde los criminales o la policía misma, por error o por negligencia, pueden acabar con sus vidas en el momento menos pensado.  Y es un grito de alerta para toda la sociedad para luchar para que la educación ciudadana recaiga por igual en las familias, en las escuelas, en las autoridades y en los gobernantes para evitar más muertes absurdas e innecesarias.
Dos semanas antes de la muerte de Diego Felipe Becerra, Vive.in había publicado todo un artículo dedicado a los grafitis de Bogotá, titulado "Top 10: los mejores grafitis en Bogotá". Pueden ver el artículo en este enlace:http://bogota.vive.in/arte/bogota/articulos_arte/agosto2011/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_VIVEIN-10096044.html el cual dice en uno de sus apartes: "Ya sea de forma legal o ilegal los grafitis se han tomado la ciudad poco a poco y por esto vive.in realizó un recorrido por Bogotá buscando lo mejor de este arte callejero para realizar el Top 10 de los mejores grafitis, según nuestro portal." Tal vez Diego Felipe Becerra soñaba con estar algún día en una lista de los mejores grafiteros, como la del artículo, destacado con su firma callejera: "Trépido", un verdadero intrépido cuya vida fue segada inútilmente por esa falta de tolerancia, educación y conocimiento de la ley de los mismos que están encargados de proteger la vida de los ciudadanos de nuestro país, no de asesinarlos por la espalda.************************************************************************ En 2007, en Ecuador, sucedió algo similar con un joven grafitero de 16 años. Aquí les dejo el enlace para que comparen los casos:http://alainet.org/active/16671&lang=es

http://www.eltiempo.com/blogs/the_american_way_of_life/2011/08/la-innecesaria-muerte-de-un-gr.php



Articulo interesante sobre el grafiti en Bogota.

Bogotá, una gran capital del grafiti

“Es impresionante el movimiento de grafiti en Bogotá. Me impactó la libertad de expresión de quienes los elaboran. ¡Son muchos! Y muchos tienen permiso, los hacen como en comunidad. Hay grafiteros que vienen de afuera a pintar aquí”. Lo dice, asombrada, Hannah Collins, artista británica afincada en Barcelona y cuya obra está en varias colecciones importantes del mundo como la de la Tate Gallery, de Londres, y el Museo Reina Sofía, de España.

De verlos casi en cada manzana, en las canalizaciones y junto a las vías rápidas, los bogotanos se acostumbraron a ellos, pero quienes no son de Colombia y conocen el tema dicen que Bogotá tiene una de las ‘exposiciones de grafiti’ más elaboradas en el mundo.
Coincide en ello el italiano Assi-One, que lleva 25 años pintando muros en 25 países y que hace tres meses anda en Bogotá, desde que fue invitado a un festival de esténcil: “En la actualidad, Bogotá es el centro del street art.
Hay mucho y de buena calidad. En colectivos y gente que trabaja, este es el momento de Bogotá”.
Parece una opinión arriesgada, si se piensa en que metrópolis como Berlín están ‘rayadas’ hasta el cansancio. Pero el arte callejero es otra cosa.
“En Europa, no se puede hacer grafiti, porque allá se aburguesaron. Un niño pinta una imagen y ya quiere hacer dinero y muestras. Allá, se ha perdido calidad. Además todo lo borran”, explica Assi-One.
Agrega que en Bogotá hay entre 12 y 15 grafiteros muy buenos. “Stinky Fish está pintando en México, invitado. Estamos buscando que varios grafiteros de aquí expongan cerca a Berlín”, cuenta.
‘Lesivo’, grafitero bogotano, acaba de llegar de esa ciudad alemana, donde expuso en una colectiva de arte callejero iberoamericano.
“Allá hay mucho grafiti, pero de gente que ‘marca territorio’ con el nombre y ya. Hacerlo es ilegal, aunque, a veces, dan permisos”, dice ‘Lesivo’.
Assi-One resalta que la técnica de los bogotanos no se ve fácilmente en otros países. “Si en cantidad es la locura, en calidad es muy novedoso. En Europa, un lata de pintura vale tres euros, pero aquí, es carísima: 25 mil pesos. Entonces, muchos combinan con vinilo. También pintan grafiti a mano alzada y con esténcil (plantillas), algo que en Europa es impensable porque andan en un purismo tonto en el que solo se puede usar una técnica”.
Otra punto a favor es que en Bogotá la percepción sobre el grafiti cambió en los últimos seis años. Pintadas masivas –algunas apoyadas por el Distrito– movieron el cambio.
“Trabajamos más tranquilos que en ciudades donde hay más señalamiento o repercusiones judiciales (ver recuadro). Además, la ciudad se está reconstruyendo y quedan culatas (parte de una fachada) y paredes que no son fachadas, pero que dan al exterior. La gente ve que un buen grafiti mejora el aspecto”.
Incluso, los policías, que hace años no daban tregua a los grafiteros, son más permisivos, aunque parece que no saben bien qué hacer. Dice ‘Lesivo’ que unos los suben a la moto para detenerlos 24 horas y otros les piden que acaben rápido y que se vayan. Unos hasta les ayudan: “Hace poco –cuenta Assi-One– pintábamos, en la mañana, frente a la Escuela Militar y pasaron cuatro policías. Nos dijeron: ‘¿Ya tomaron café?’”.
Álvaro Randazzo, subdirector de Administración Inmobiliaria y Espacio Público, explica que, para ellos, el grafiti es una expresión de la cultura y por eso apoyan eventos de grafiteros: “Cuando es una obra artística, se hace bien y hay un mensaje con significado, es válido. Se entiende que es mejor tener muchachos haciendo grafitis que metidos en las drogas. Cuando se raya por rayar paredes y se firma por firmar y sin sentido, tenemos contaminación visual”.
Leonardo Garzón, gerente de Música de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, que ha trabajado con grafiteros en Hip-Hop al Parque, cuenta que, mínimo, hay diez organizaciones constituidas legalmente en las que hay grafiteros.
Es claro que la fama de Bogotá aumenta entre los artistas callejeros del exterior, tanto que algunos llegan a pintar muros a la ciudad, no solo invitados para eventos sino por su propia cuenta.
ASÍ MANEJAN EL GRAFITI EN DISTINTAS CIUDADES.
En Washington, un grafiti sin autorización tiene una multa de entre 250 y 1.000 dólares o cárcel de hasta seis meses, la cual podría ser canjeada por trabajo comunitario. Hay que pagar la eliminación del grafiti y, si el infractor es menor de edad, la multa la pagan sus padres. La ciudad gasta un millón de dólares al año limpiando grafitis. Hay un programa para grafitis en murales, que entrega 100 dólares para comprar pinturas.
En España, un proyecto de ley prohíbe los grafitis en sitios públicos. Los ayuntamientos podrán ceder espacios para grafitis artísticos si no perjudican al entorno. Los infractores podrán ser multados con hasta 6.000 euros y deberán reparar los daños. Se podrá sustituir la multa por limpiar los grafitis.
En Nueva York, la Policía tiene una unidad antigrafiti desde el 2005. Ese año tenía 60 policías y este mes la alcaldía anunció que reforzará las operaciones.
Según el coronel Gildardo Pico, subcomandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, dibujar un grafiti no es un delito sino una contravención del Código de Policía. “Cuando una persona es sorprendida realizando uno, la Policía no puede detenerla. Sin embargo, las autoridades sí están facultadas para obligarla a borrarlo, a dejar el lugar como estaba y a cancelar una multa a la persona o a la propiedad afectadas, cuando existe una denuncia”. La Secretaría de Ambiente expide permisos para hacer grafitis

Publicación
eltiempo.com
Sección
Información general
Fecha de publicación
30 de mayo de 2010
Autor
DIEGO GUERRERO
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3988788


Según la policía, él habría sido el asaltante, junto con tres amigos, de un microbús de servicio público. Según los amigos de la víctima, ellos estaban pintando grafitis y no eran asaltantes.

Los hechos hasta el momento
Lo único que se sabe a ciencia cierta es que Diego Felipe fue abaleado por la espalda, a una distancia de 1.80 metros, según medicina legal, y que en sus manos se encontraban manchas de pintura, lo cual es consistente con lo que dijeron los amigos de la víctima, o sea que se encontraban pintando grafitis.

El policía alega que le disparó porque pensaba que la víctima portaba un arma y que le iba a disparar. La policía, según sus informes, llegó al área buscando a los supuestos asaltantes de un microbús. El joven emprendió carrera y en ese momento es que le disparan por la espalda. Aquí es donde surgen los interrogantes y las contradicciones de este caso: El joven recibe el disparo, el policía lo recoge y lo lleva hasta a un lugar donde una camioneta lo lleva al hospital. Si el joven portaba un arma, ¿no era apenas natural que el arma hubiera quedado al lado del joven herido? El policía, aparentemente no ve ningún arma porque no la recoge. El arma aparece en el lugar de los hechos, misteriosamente, horas después. ¿Se ha analizado el arma? ¿Tenía las huellas digitales de la víctima? ¿Huellas de pintura, ya que el joven tenía pintura en sus manos? Nada se ha reportado acerca del arma, la última información es que la joven víctima no disparó ningún arma. Además, si los jóvenes fueron los que asaltaron el microbús, ¿por qué no llevaban consigo lo robado aquella noche? ¿Por qué los otros 3 jóvenes no fueron arrestados si eran supuestamente parte de una banda de asaltantes?

Los testigos
El chofer del microbús asaltado asegura que reconoció a Diego Felipe Becerra como la persona que le apuntara con un arma durante el atraco. Sin embargo, su empresa afirma que no se reportó ningún atraco en su ruta. Un pasajero hizo una llamada reportando un atraco en una buseta, el número no correspondía con el número dado por el chofer, supuesto testigo.

Cualquiera que sepa un poco de criminología estará enterado de que los testigos de crímenes, a pesar de que digan que pueden identificar perfectamente a su atacante, en muchos casos han enviado víctimas inocentes a la cárcel. En los Estados Unidos, un 75% de los casos en que los acusados han sido exonerados por pruebas de ADN, habían sido acusados por testigos que juraban que dicha persona había sido el asaltante o el criminal que había cometido el delito.

El "Innocence Project" de los EE. UU. afirma en su sitio Web:

"Las investigaciones han demostrado que la mente humana no es como una grabadora; ni grabamos los eventos  exactamente como los vimos, ni los recordamos como una cinta que ha sido retrocedida. En vez de eso, la memoria de un testigo es como cualquier otra evidencia en la escena de un crimen; debe ser preservada metódicamente o puede ser contaminada".

En el caso del supuesto testigo que identificó como su asaltante al joven grafitero muerto, caben dos hipótesis, además de la del chofer y de la policía: Una, dadas las circunstancias del crimen, el chofer del microbús o manejaba o se dedicaba a observar a su asaltante, estaba en una situación de estrés, es posible que su mente ni recordara al asaltante, dice que lo reconoció al ver su foto en un diario. Puede tratarse de evidencia contaminada: su memoria.
Dos: el chofer está dando una declaración falsa para excusar al policía, quien cayó en cuenta del error que había cometido al no solamente confundir a los jóvenes con los asaltantes del microbús, sino además, al haber ejecutado como cualquier matón a sueldo a una víctima inocente en plena calle y con testigos de por medio.

Le queda a la justicia atar los cabos sueltos que llevaron a la muerte injustificada de Diego Felipe Becerra, ya fuera por tratar de huir de la policía cuando fuera sorprendido pintando grafitis o por haber sido un asaltante sorprendido por la policía cerca de la escena del crimen en compañía de sus compinches y que trató de huir. La evidencia hasta el momento apunta a que el joven Diego Felipe Becerra no se trataba de ningún asaltante, simplemente era un joven que dibujaba en las paredes y que estaba expresando su modo de ver el mundo a sus tiernos 16 años. No me cabe en la mente que un grafitero, amante del Gato Félix, combinara sus actividades de grafiti con el asalto de busetas.

De toda esta tragedia quedan muchas lecciones a aprender por parte de nuestra sociedad. Para la policía, sería el momento de capacitar a sus miembros y enseñarles a distinguir entre un crimen serio contra la sociedad y un delito menor que en los EE. UU., por ejemplo, a lo máximo conlleva una multa y  la prestación de servicio comunitario. En un artículo acerca del grafiti, publicado en mayo de este año por El Tiempo, citan al coronel Gildardo Pico, subcomandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, quien dice que "dibujar un grafiti no es un delito sino una contravención del Código de Policía": 'Cuando una persona es sorprendida realizando uno, la Policía no puede detenerla. Sin embargo, las autoridades sí están facultadas para obligarla a borrarlo, a dejar el lugar como estaba y a cancelar una multa a la persona o a la propiedad afectadas, cuando existe una denuncia'. Y añade el artículo: "La Secretaría de Ambiente expide permisos para hacer grafitis".  Irónicamente, el título del artículo era: "Bogotá, una gran capital del grafiti". Pueden ver el artículo completo en este enlace: